sábado, 21 de marzo de 2009

Rieles oxidados, pasto alto, chicos jugando y un atardecer en mi pueblo, van marcando mi despedida, algo que viene retrasando pero que hoy llego, la despedida algo que uno siempre odia, pero tiene que vivir.
El rito comienza con la típica comida en familia, siempre bajo la sombra de algún paraiso o de alguna mora, esa misma mora con la cual uno jugo la mayoría de las tardes de vacaciones. Esa comida que se uno siempre quiere hacer eterna, y evitar que esa abuela o madre, que nos preparo las delicias, llore sabiendo que su nieto o su hijo se van, para luego volver, y comenzar ese ritual una vez mas...

1 comentario:

  1. UH, ESAS DESPEDIDAS EN DONDE LAS LAGRIMAS SE ESCONDEN HASTA LLEGAR A DESTINO.

    UN ABRAZO SEÑOR!
    QUE ANDES BIEN!

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